Nos acostumbramos a lo que nos sentimos demasiado seguros de poseer, porque a diario se nos ofrece, sabemos que se nos ama sinceramente y que cualquier cosa por amor se hace porque realmente nace, por todo aquello que intensamente se siente…
Nos acostumbramos a la gotita de ternura con que cada día se nos alimenta, a sentir la presencia permanente de quien como ángel de la guarda nos cuida incansablemente para que nada nos turbe ni nos falte, para que no nos alcance la soledad ni nadie nos dañe…
Nos acostumbramos al abrazo que a veces rechazamos porque nos aprieta, al dulce detalle de cada día que ignoramos porque hastía, a la llamada que del otro lado nos recuerda que alguien nos piensa y nos cuida; al mensaje que encontramos diciéndonos aquí estoy por si me necesitas…
Nos acostumbramos a los detalles que se nos dan y otros no tienen, a todo aquello que ya ni nos sorprende, porque suponemos es común y ningún valor especial posee; nos acostumbramos tanto que casi hasta invisible o rutinario se nos vuelve…
Nos acostumbramos a aquello que se nos da tan desinteresadamente que parece no fuera real, pero que existe porque alguien por nosotros lo siente y lo ofrece… Nos acostumbramos a saber que está y estará siempre ahí aunque realmente de tanta costumbre, nos olvidemos que vive y que quizás espera así sea una sonrisa que le haga sentir, que nos hace feliz saber que le tenemos y permanece a nuestro lado fielmente.
Nos acostumbramos tanto, que hasta nos cansamos, nos volvemos indiferente a todo ello y le ignoramos; y así sintiendo la costumbre de eso que tuvimos y por estar acostumbrados, no valoramos… llegará el día en que no estará, porque el amor y la amistad, aunque son sentimientos plenos que parece durarán toda la eternidad, son como una rosa, que si no se alimenta entre dos, tarde que temprano se marchitará…
No nos acostumbremos a lo que tenemos, no perdamos esa capacidad de asombro ante todo lo hermoso que cada día se nos da; a veces no se nos pide nada a cambio, simplemente saber que vale la pena entregarlo, que lo valoramos y disfrutamos, que crecemos y nos hacemos mejor persona con todo ello que se nos ha dado…
No nos acostumbremos a sentirnos amados, porque el amor aunque sea pleno y verdadero, para que no muera, hay que retroalimentarlo…
No seamos de aquellos que valoran, se lamentan y añoran, cuando se dan cuenta de todo lo que tuvieron y le dejaron ir, marchitar, desvanecer y volar muy lejos, porque simplemente se acostumbraron a tenerlo y lo olvidaron dejándolo de lado…
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